Conducir en moto con calor

[ceferalu]

Montarse en una moto al sol de las 16:00 en Córdoba a 46°C es una experiencia que todo el mundo debería de probar alguna vez en la vida!

Lo primero de todo es quitar el antirrobo. Éste, tras siete horas al sol, alcanza la temperatura del empaste del dragón de Danaerys en estado de encabronamiento máximo.

Segundo, si por casualidad has sido tan sumamente gilipollas de dejar el puto casco en el baúl, probarás la maravillosa sensación de ponerte en la cabeza una olla express justo después de haber terminado de cocinar en ella un guiso de garbanzos.

Tercero, y el tema más delicado, sentarse en el sillín de la moto es sentir como toda la zona de la bolsa escrotal, perineal y rectal se encogen humeantes como cuando echas una tapa chipirones en una plancha a 750°. Los efectos en las hemorroides de aquellos que las padezcáis prefiero ni imaginarlo.

Cuarto ¡esas manillas del freno y del embrague! Al agarrarlas, el sonido de la piel al contacto con el acero candente en estado de plasma es sencillamente aterrador. La cosa es que, ya una vez sentido y superado el dolor de las pelotas y de la zona anal, esto ya ni duele ni hostias.

Quinto, por fin echamos a andar! En 7 km hasta casa, te pillarán, aproximadamente, unos 58 semáforos en rojo. Y, en cada uno de ellos, se parará justo a tu lado un autobús de línea urbana e interurbana, así como camiones de reparto, exactamente a la altura del compresor de su aire acondicionado. Dicho compresor directamente lanzará contra tu cuerpo una bocanada de fuego de llama azul que te pondrá la oreja y el casco a unos 700 grados como poco.
Si encima llevas un motor refrigerado por aire, no te pares en un atasco o los gemelos se pondrán a los 10 segundos más calientes que la barandilla del infierno.

Sexto ¡cogemos velocidad! A 80 o 90 km/h lo que vas a respirar es ni más ni menos que una mezcla explosiva de napalm y fuego valirio concentrado capaz de derretir una campana de piedra del monte gólgota.

Y, séptimo, llegas a casa a punto de morir de asfixia! Y entre los estertores y convulsiones de la muerte consigues finalmente pulsar ese maravilloso botón rojo del aire acondicionado. Eso, si antes no has muerto cocido como un cangrejo en tu propio sudor.

[Richi]

A 46 en Cordoba no lo sé, pero crucé los Monegros a 40 con casco, traje de cordura, botas de cuero y guantes, y os puedo asegurar que es muy parecido.

[west_side]

[jagustin68]

pues yo a 30 y tantos voy y vengo de mi trabajo, con botas pantalón vaquero con protecciones que de fresco no tiene nada y chaqueta de cordura con sus guantes de verano, y a todo te acostumbras jejej