Se tiraba al suelo roto de emoción y todo el equipo español se abalanzaba sobre él en la pista a sabiendas de que el número uno merecía un final de temporada así por su compromiso y por su semana. Ocho victorias en ocho partidos en estos últimos siete días. Cinco en individuales y tres en dobles. Un balance inmaculado que corrobora su liderazgo indiscutible.
El manacorí, que no tuvo que saltar a la pista a remontar como en los días previos gracias al triunfo de Roberto Bautista ante Felix Auger-Aliassime, sometió a un prometedor Denis Shapovalov (6-3 y 7-6(7), en 1h 57min) en el segundo duelo. Impuso su ritmo de juego y su rival estuvo a años luz de resquebrajar el plan del español.
No fue hasta el sexto juego cuando el número uno asestaba el golpe casi definitivo a la final. El número uno canadiense cedía su primer juego de servicio y Rafa no es de los que suelen dejar escapar oportunidades como esa. Consolidó inmediatamente y se apresuró en cerrar el primer parcial a su favor en escasos 36 minutos. El balear estuvo casi perfecto con su juego y evidenció las carencias del joven de 20 años que acabó el primer set con 14 errores no forzados por solo dos de Nadal.
El canadiense, que ya había ganado al español hace un par de temporadas en Montreal, no encontraba fórmulas y menos en un escenario tan desfavorable para él. Como ya sucedió en el primer punto, la juventud y, posiblemente, inexperiencia en situaciones de este tipo, le jugó una mala pasada. Pasaban los juegos y no encontraba solución y Nadal se hizo cada vez más grande en la abarrotada central de la Caja Mágica.
Solo perdió nueve puntos con su primer servicio y le cerró todas las puertas con sus 20 golpes ganadores. El duelo se fue al 'tie' y la bestia volvió a aparecer, como en los grandes momentos, para dar por finiquitada la final. Desaprovechó las dos primeras oportunidades, salvó un punto de set y no dejó escapar el tercero.
Sexta Copa Davis para la ‘Armada’ española y quinta para el número uno que cierra un año sobresaliente con dos nuevos títulos de Grand Slam en París y Nueva York y el liderato mundial en el circuito masculino. El tenis español vuelve a gobernar a pesar de haberse renovado los cimientos de la competición más antigua de este deporte.
